Clive Crook

Bernanke encara a los críticos de la Reserva Federal

Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, eligió un momento interesante para anunciar que la Fed se apartará de la tradición ...

Por: Clive Crook | Publicado: Martes 29 de marzo de 2011 a las 05:00 hrs.
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Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, eligió un momento interesante para anunciar que la Fed se apartará de la tradición y hará conferencias de prensa trimestrales. La primera está programada tras la próxima reunión del Comité Federal de Mercado Abierto el 27 de abril. No le faltarán cosas que discutir. 


A menos que el sentido común intervenga, el gobierno de EEUU se estrellará contra el techo legal de la deuda a fines de abril o mayo. La perspectiva de un cierre del gobierno, e incluso de un incumplimiento de la deuda pública de EEUU, podría ser inminente. Además, el controvertido programa de bonos de compra de la Fed -QE2– debe terminar en junio y hay preguntas acerca de qué lo sustituirá. Hay quejas por las ganancias de los bancos. Hay quejas por la inflación. Los analistas quieren saber qué se propone hacer la Fed con los US$ 2 billones de reservas bancarias en su balance. 


Y criticar a la Fed de nuevo se puso de moda en el Capitolio. Muchos republicanos recién llegados a la Cámara de Representantes quieren ponerle riendas al banco central. 
La opinión pública no está saliendo en defensa de la Reserva Federal. Bernanke no es un héroe para el público en EEUU -aunque probablemente debería serlo. Los votantes piensan que el banco central es en parte culpable de la “Gran Recesión” (lo cual es cierto, pero los grandes errores fueron en el turno de Alan Greenspan) y que sus esfuerzos para estabilizar la economía han fracasado a un costo ruinoso (lo cual es falso). 
Uno puede ver por qué la Fed desea hablar en su propio nombre. La mayor apertura acerca de las deliberaciones de la Fed deberían, entre suma y resta, ser algo bueno.

Los economistas lo han pedido mucho. 
Pero recuerde dos cosas. Primero, en EEUU las intervenciones decisivas que evitaron que la recesión reciente se convirtiera en algo mucho peor no las hicieron el Congreso o el Tesoro, sino la Reserva Federal. En segundo lugar, esas intervenciones no fueron exclusivamente “monetarias”, sino cuasi fiscales. 
Por su diseño constitucional, EEUU no tiene autoridad fiscal decisiva. A veces se necesita una. En 2008 y 2009, la Reserva Federal intervino. La mística del banco central (la complejidad misma de su función y operaciones) y su distancia de la disfunción en el Congreso permitió a Bernanke hacer lo que el Tesoro y el Congreso deberían haber hecho. Las intervenciones estabilizaron la economía y dieron pie a la recuperación. Terminarán costándole nada a los contribuyentes. Según todas las medidas de sentido común, lo que hizo la Fed fue correcto.

Dígale eso a la Cámara de Representantes. 
Uno de los problemas de una Fed más abierta es que no puede ser totalmente franca sobre lo que acaba de suceder. La verdad es que torció las reglas. Otra es que corre el riesgo de verse más arrastrada a la política de EE.UU., un lugar peligroso para ella. 
Si el Congreso no eleva el techo de la deuda antes de fines de abril, Bernanke sin duda enfatizará en esa primera conferencia de prensa los riesgos para la economía de dejar la cuestión sin resolver o, peor aún, de permitir que se llegue al límite máximo. Ya lo ha dicho, pero ahora será con un perfil más alto. Tendrá razón. Pero entrará en directa contradicción con los congresistas republicanos que creen que el techo no debe subirse. 
Hasta ahora, el relajamiento cuantitativo de la Fed ha atraído poco escrutinio del Congreso. Al comprar bonos del gobierno, el banco central ha flexibilizado la política monetaria, incluso con tasas de interés en cero. Una vez más, tenía razón. Algunos republicanos ven la política como inflacionaria - y sus aprensiones no son locuras, ya que la reversión eventual de la política podría plantear algunas dificultades. Sin embargo, con las expectativas de inflación actualmente muy bajas, no es momento para endurecer la política monetaria. Así, cuando el QE2 termine en junio, debería comenzar el QE3. Supongamos que Bernanke está de acuerdo. ¿Una voz pública más importante lo haría más fácil o más difícil? 
Depende de lo persuasivo que pueda ser. Si capta la atención del público, es mejor captar también su apoyo. Lamentablemente, la banca central bajo condiciones estadounidenses no es un tema fácil de explicar.

Preservar la libertad anómala, pero necesaria, de acción macroeconómica de la Reserva Federal será una dura prueba. 


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